Ana María Caliyuri
Nació
en Ayacucho, reside en Tandil, Argentina. Graduada de la Unicen, jubilada
docente. Autora de quince libros en distintos géneros (poesía, prosa, cuentos y
novela). Ha sido publicada en Argentina, España e Italia, y en numerosas antologías
en diversos países, por mérito de concursos. Su libro de cuentos “Goles Mixtos”
fue finalista de Faja de Honor de la SEP (Soc. escritores pcia BsAs) y ha sido
valorada su obra con la Faja dorada que entrega la SER. Su último libro
publicado es “Cuentos dulces para un atajo” de Ediciones Tahiel y Goles Mixtos
actualmente se encuentra en ebook en Amazon y Tahiel Ediciones.
Traduce al español a distintos poetas italianos. Ha sido jurado en concursos organizados por editorial Tahiel, por la Unicen y en los Torneos Bonaerenses Evita de poesía para adultos 2020.
Transformaciones
En el transcurrir de mi oficio de buscadora de joyas sin editar me he
tropezado con numerosos chascos y falsos manuscritos. Pero tenía la corazonada
de que esta vez no sería en vano. Lo poco que sé lo sé por Ludovico, el librero
de Salto. Él se encarga de pasarme la información a cambio de unos cuantos
dólares.
— Carmen, mi contacto
te traerá los manuscritos desde Roma. Ya hice los arreglos. Llega en el barco”
La sapiencia”, es un barco turístico. Estáte a tiempo en el puerto, llega
mañana, lunes a la tarde o tardecita, averiguá bien. Ya le dije que eras generosa
al momento de pagar por esas joyas literarias y le redondeé el número. Por
cinco mil dólares, es tuyo. Claro que le dije que vos tenías tu equipo que iba
a estudiar el cuaderno, el tipo de papel, los rasgos de la escritura, el estilo
y esas cosas y que, si todo coincidía, eras la compradora.
— Ludovico ¿cómo hago
para reconocerla?
— Vos no tenés que
hacer nada. Ya le pasé una foto tuya, te va a reconocer. Quedáte tranquila, ya
arreglamos por teléfono. Ella prefiere ir a tu encuentro. Ya sabés el mundo de
la literatura suele ser bastante extravagante y ella no escapa a eso.
Asentí con la cabeza, le di la mano a Ludovico y me fui a regañadientes.
No me gustan las cosas a ciegas, pero debía atenerme a las reglas del juego. Si
los manuscritos eran genuinos, ya tenía apalabrada la editorial que los
publicaría y mi tajada sería en grande.
Conocía parte de la obra de esa escritora, debo confesar que me
inquietaba leerla. No era una cosa ni la otra. Ni poeta, ni cuentista, tampoco
dejaba de serlo. Había sido musa de unos cuantos, aunque su vida había sido
mustia. Sus amores rondaban sus creencias y su madre. Bastante controvertida y
hasta histriónica. Su mirada era del aquí y de algún lado más que no puedo
precisar.
El lunes amaneció gris y pesado. Apenas comí como para engañar al
estómago. Mi ilusión se extendió a lo largo del día, parecía una niña a la
espera del viento para remontar su barrilete. En verdad, mi interés por sus
manuscritos era de antigua data. Tenía la secreta esperanza de hallar una perla
de cordura. Todos alguna vez hacemos algo racional y dejamos huella y yo quería
demostrar ese instante de lucidez universal e íntimo.
El barco atracaría a eso de las 19h. Me vestí solemne, acorde a mi
antiguo trabajo de relaciones públicas de una renombrada editorial. El color
negro me sienta bien. Me miré al espejo y decidí maquillarme un poco. La
blancura del cutis me hacía ver como de ultratumba. El maledetto encierro
nos estaba dejando sin color a vida. Llamé a la empresa de taxis de mi
confianza para que me enviaran un auto. Puntualmente pasó a buscarme a las 18h.
A medida que avanzábamos por la amplia avenida en dirección al puerto, una
densa niebla envolvió el paisaje. No me gusta no ver con nitidez, me recuerda
el paso del tiempo y la inexorable pobreza de los ojos. El taxista aminoró la
marcha y con especial cuidado estacionó en el predio destinado para ello.
—Le voy a pagar por
una hora de espera —le dije.
—Usted manda, señora
—me respondió con seguridad y alzó el volumen de la radio para tararear el
tango “Nada”, mientras tomaba un cigarrillo de la guantera. Odio el humo del
cigarro, antes de que lo encendiese apuré mi marcha. De golpe, el anochecer me
llenó de enigmas. Hubiese necesitado una brújula en la mente para hallar un
Norte seguro. El aire se tornó denso, a lo lejos unas luces mortecinas jugaban
a encenderse y apagarse. Odié mis ambiciones. No había ningún barco de
pasajeros a la vista. Me dejé llevar por el impulso de preguntarle a alguien, y
el único alguien que alcancé a divisar en el muelle se hallaba de espaldas a
escasos metros de donde yo estaba. Sentí que me iba alejando de mi senda
conocida donde todas las cosas se pueden vislumbrar, pero el espíritu curioso
se gobierna solo. Pensaba en la casualidad de estar a la misma hora en el mismo
muelle y supuse que sería alguien que vendría a lo mismo que yo. Por la silueta
no podía distinguir si era un hombre o una mujer.
—Disculpa, ¿te puedo
hacer una pregunta? —dije estúpidamente.
Cuando llegué a mi casa me miré en el espejo, quité mi barbijo y por el rabillo de mi ojo alcancé a ver un ala de murciélago que rozaba el libro “Los papeles salvajes” y luego, con la magia de los que creen sin preguntar, se transformó en mariposa de mil colores para finalmente volar con la llovizna que caía mansa.
Hemos probado tiempos y reflejos
Hemos probado la hora de todas las
horas,
el tiempo de tantos tiempos, ignotos y
eternos,
la vida que cabe en el suspiro de un
claro reflejo,
el sendero que nos extravía en la
lengua ciega.
Hemos probado cómo cimbran los mundos,
el dulce lugar que ocupa lo que
atesoramos,
la imagen inmensa que cabe en nuestra
pequeñez,
la sombra de todas las sombras al
acecho.
Hemos probado las lágrimas de todos los
pueblos,
las ciudades que duelen, y las otras,
indolentes,
las cenizas que nacen de las penas
profundas,
y las hondas elucubraciones acerca de
lo ausente.
Hemos probado cuánto cuesta librarse de
la noche,
y cómo el alma usa ardides para tejer
redes humanas
desde el rincón último que nos
pertenece, a sabiendas
de que todo, todo está en juego, hasta
la muerte.
MUY BUENO EL CUENTO, ME GUSTÓ LA ATMÓSFERA CREADA!!lA POESIA BELLA TB
ResponderBorrarFelicitaciones, el cuento breve, muy bien llevado y con un final que incita la imaginación.
ResponderBorrarEl poema es muy profundo. Felicitaciones.