domingo, 13 de diciembre de 2020

La rutina no es opción, del poeta argentino Juan Carlos Rodríguez

 


Juan Carlos Rodríguez

 

Periodista y escritor, nació en Junin y reside en Venado Tuerto (Santa Fe) Argena. Es Miembro Académico Internacional de la Academia Norteamericana de Literatura Moderna. Es Miembro de la Asociación Popular Uruguaya de Cultura Nacional e Internacional y de la Asociación Uruguaya Literatura y Arte (AULHA). Fue designado Embajador de la Palabra en Argentina por la Fundación César E. Serrano de Madrid. Es Director Ejecutivo de la CONLEAM (Confederación Latinoamericana de Escritores, Artistas y Poetas del Mundo). Ha sido incluído en el Directorio Mundial de Literatura, Historia, Arte y Cultura, de México, por sus méritos en el ámbito literario y cultural. Formó parte de la Antología 100 Poetas por la Paz en 2017 y en 2018 y de la Antologia Voces del futuro por la paz (2020). Ha recibido los premios Hijo del Sol (otorgado por Ancestralia SL, San Lorenzo), Victoria Destaque (Uruguay), Cóndor Mendocino, Obelisco de Oro, Atrezzo Group, Gaviota de Plata, Award the Best y Arcángel San Gabriel. Es integrante del Consejo de Paz de la República Argentina. Ha publicado los libros Cenizas (con otros poetas venadenses), Gritar que tanto amor es posible, Desnudar tus mieles, Delinquir sobre tu vientre, Tarea Imposible, Narcisos en los labios y Pasión interrogada. También escribió un libro de revisionismo histórico, La mirada implacable del “Gato” Smith. Ha ganado varios  concursos en poesía y narrativa. Este año participó en varios encuentros virtuales en Argentina y otros países. Está incluido en varias antologías americanas. Participa del blog Mis Poetas Contemporáneos y forma parte del Movimiento Poetas del Mundo y de Cien Poetas por la Paz.

 


La rutina no es opción


Quizás no sepas

que puedo amar de maneras escabrosas

dramáticas e intensas.

No me gusta ese amor

por turnos,

ahora me toca a mí, ahora te toca a vos, 

ordenemos esta secuencia,

empecemos de nuevo

más prolijamente.

El aburrimiento,

el final pálido de la rutina,

no son opciones.

Ni rompernos como cáscaras

ni deshacernos como

cucharadas de humo.

Quiero quererte como se me antoja

no pedirte permiso

cabalgarte sobre una silla

dormirme sobre tu cuerpo

planear sobre tu entrepierna

lavar las sábanas para volverlas a ensuciar

y que las montañas se sacudan

a tu paso.

Entonces sí,

nos morderemos

en noches desangeladas.



Llamarte a cada rato


En estos días

sacudidos por desesperaciones,

impregnados de tormentas, 

de resignaciones varias,

siento que puedo acostarme a la vera

de tu frontera lateral

esa que linda con la cordillera

donde hay rocas y arenas,

la piel de tus playas

y el águila socavando a la ballena.

Los temblores no son del sismo

son del orgasmo que te interpela

en tanto yo, como siempre en otra cosa

después del clímax tomo ese tinto 

que me recuerda a bayas, y también a canela,

me acurruco en tu regazo indolente

y me quedo dormido

para poder escucharte entre sueños

mientras preparas las tostadas

las untas con tu miel

y vuelves a la cama, 

me retas por la copa derramada

y tu acento tiene sabor a revancha.

Siento que quererte es llamarte a cada rato

mientras comes semillas como los gorriones.

En ese mágico momento

me olvido de la revolución

y me rindo.




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