miércoles, 2 de diciembre de 2020

El Arca de Noé de la escritora uruguaya Zulma Mastroianni.

 

        

 Zulma  Mastroianni Fuentes 

Escritora uruguaya. Cuenta con más de 150 premios literarios, entre ellos  el premio  “SATO por el Rotary Club”. Premio Destacados Canarios” premios en Argentina, España y Australia. Siete libros editados en nuestro país, 3 en Colombia y 8 en Estados Unidos. Participó en varias antologías. Fue jurado en varios concursos literarios su libro infantil “La mariposa Julieta”  fue elegido por el MEC para  participar en el catálogo infantil bilingüe,  con la finalidad de ser presentado  en las ferias mundiales infantiles a raíz de eso fue contratada en Colombia y Estados Unidos para editar libros que están siendo vendidos en las escuelas  Organiza  desde hace 8 años el concurso “Armonía Somers dedicado ante todo  a los niños y para motivar la escritura recorre las escuelas leyendo a los alumnos.

 

                                                            El Arca de Noé

                                                      Cuento premiado en el concurso Serafín J García 2019

       Tantos días de lluvia y lluvia; será que tendremos que construir un arca.

Esta idea del arca la saque de un libro muy grande y con tantos dibujos de colores que tenía la tía Rosa. La embarcación la hizo con sus propias manos, un viejito de barba blanca que se llamaba Noé. Sí, está en ese libro, “La Biblia”; la tía siempre me lo leía, un libro muy interesante, que hablaba de este asunto del fin del mundo y del Arca de Noé, y todos los animales que metió en ella para salvarlos; era muy grande este barco. Igual, no creo que mi padre se anime a construir uno así, antes que el agua tape todos los campos.


      Sigue lloviendo y lloviendo y estoy segura, que se va a terminar el mundo. Eso dijo la tía Rosa antes de morir, y sí, en realidad a ella ya se le terminó el mundo, pobre tía, se murió “redepente” (no sé qué quiere decir) pero lo dijo papá cuando las vecinas vinieron al velorio. Qué largos son los velorios de los finados que mueren “redepente”; duró tres días, por las dudas que la tía reviviera; había que esperar por lo menos hasta que empezara a sentir un olor parecido a cuando murió el caballo del Felipe.

      Yo no quiero quedarme solterona como la tía, que nunca se casó, pero sabía mucho del amor, me dijo que si andaba con hombres tenía que lavarme con vinagre rapidito para no quedar en cinta o tomar un té de orégano …A la Cecilia yo la vi hacer “todo eso”, pero igual tuvo un gurí, se armó flor de trifulca, el viejo la echó a patadas.  La pobre no sabía de quién era el hijo; no sabía por quién decidirse, y sí tuvo varios novios a la vez, era media tarúpida… y sí, el hijo debe ser tarúpidito, “pobrecito”, pensar qué es mi sobrino (me agarraron ganas de conocerlo) La tía decía que la Cecilia era medio boba, pero… “bien despachadita”; la extraño, con ella podía hablar cosas de mujeres, con la tía también. Qué desilusionadora es la vida.

Ahora que murió la tía, ojalá que me toque de herencia el gran libro, total yo soy la única interesada en él.

      Sigue lloviendo, tengo frío, estoy amoratada; la finada tenía este mismo color cuando la encontraron, tengo miedo que me haya contagiado y me agarre esa “muerte rara” a mí también. Con tanta lluvia estoy toda mojada y no sé cómo volver a casa.

Si me bajo del árbol me ahogo ¿Será el fin del mundo?; y mamá me dijo que no me puedo mojar, porque me hice señorita, y además tengo que casarme   virgen…. no sé… será que me pongan un manto o algo así, la tía me iba a explicar… (lo de casarme virgen). 

Y se le antojó morirse, claro (para zafar el fin del mundo), pero el manto de la virgen es celeste y yo de luto, negro sería feo, muy feo.  La tía Rosa me dijo que mamá se casó con “premio” así que “ella no hable” dijo la tía, que por eso no tenían que echar a la Cecilia, (¿donde andará?).

Con esta lluvia si se termina el mundo, no la voy a ver más, me da tristeza la pobre, qué culpa tiene de ser tarada; yo voy a hacer lo que me dice el Felipe “a ver si sos más avispada y apretás las piernas”  

      Ahora estamos todas las mayorcitas vestidas de luto. Mis primas, las que siempre jugaban conmigo, ni se me acercan, porque tengo luto y ellas no; bueno, por ahí yo tuve la culpa, porque les cantaba: ¡tengo luto, tengo luto, yo soy grande! Bueno, soy señorita y ellas todavía no.

Mamá me hizo un corpiño cuando tuve mi primera regla; la tía Rosa me dijo que ahora debería cuidarme de los hombres para no quedar preñada como la Cecilia y como mi chancha, que quedó preñada con el chancho de Don Pascual. Seguramente serán lindos lechones, pero papá dijo “a no encariñarse”, son para vender y comprar una máquina de coser.

La tía me enseñó a coser y así puedo trabajar y hacerme el ajuar, eso si consigo un infeliz para casarme (dice el Felipe), porque después de lo que hizo mi hermana, nadie me va a querer; ¡y ahora vestida de negro! Estoy arrepentida de haberme puesto contenta con esto del luto y con esta porquería, que me viene todos los meses, que tiene mal olor, y ahora no me puedo bañar, ni comer sandía, ni batir mayonesa, ni hacer merengue, ni pasar por al lado de la huerta de melones porque se secan, y esto del luto tiene sus contras.

           En el galpón la peonada no tocaba la guitarra y tampoco podíamos reírnos; al Felipe le pusieron una cinta negra en el brazo y una corbata negra para ir a la escuela. Por suerte él, a la escuela, va solo de vez en cuando, porque tiene mucho trabajo; debe cuidar que las ovejas no se vayan a la cañada, porque las agarran los perros de Don Pascual.

Papá llevó la vaca y tuvo un ternero, llevó la chancha y quedó de cría, no sé, si las ovejas cruzan el alambrado, ¿Quedan preñadas o se las comen los perros?… ¿Será eso lo que le pasó a la Cecilia? ¿Habrá cruzado el alambrado de Don Pascual?

Pero el Felipe las cuida, es su trabajo “cuidar las ovejas” y como tiene que trabajar, y es tan despabilado no necesita ir a la escuela.



      Y sigue lloviendo, ¡mi madre! el agua se está llevando todo; pobre la Cecilia, ¿Tendrá dónde guarecerse con el gurí?; era linda la Cecilia, la tía dijo que “eso la perdió”.

¡Por suerte!, dijo Felipe, yo no corría ese peligro, que como soy tan fiera y tan chata, capaz que zafo, que el único que puede “caer” y hasta casarse, porque es medio zonzo es Ruperto; le dice “hola cuñado” cuando lo ve, el único.  No sé qué quiere decir con esto, pero el Felipe es muy sabio, no sé pa qué va a la escuela, va de gusto nomás; además él no quiere ir más, porque tiene bigotes y es más alto que la maestra.  Gracias a Dios, yo no tuve que ir a la escuela porque papá piensa, que las mujeres solo necesitan aprender a cocinar, ordeñar, lavar, coser, y ser obedientes con sus maridos, si no, se merecen unos buenos cachetazos; mamá se ve que a veces era desobediente.

El Ruperto no tiene cara de andar a los cachetazos; me mira con ojitos de cordero degollado

 (celeste los ojitos) y yo no le doy bola para hacerme la interesante, porque la tía decía que así se agarraban los maridos y por el estómago, con cosas ricas; y nada de dar pruebas de amor que “pájaro que comió voló”. El Ruperto no está nada mal, y se quiere casar, lo llama “cuñado” al Felipe, ahora que me ha dado por pensar (total no hay otra cosa que hacer) siento como mariposas un poco más abajo de la panza; por eso debe ser lo de apretar las piernas, capaz que por ahí se escapan…

          Sigue lloviendo; la cañada se desbordó y el agua se está llevando todo: la chancha, las ovejas. Yo de este árbol no me bajo.

           Pobre Felipe, cuando vea que se quedó sin ovejas… qué lo tiró, tengo frío y no veo a nadie. ¿Se irá a terminar el mundo? ¡Y si viene el viejo este del Arca de Noé, no me lleva porque cargaba solo parejas! Qué pena, me va a agarrar la “redepente” y voy a morir virgen como la tía; qué oportuna fue, se murió antes, para no pasar por esto tan horrible que es el fin del mundo.


        

      Por suerte allá está el Ruperto ¡y me saluda!… ¿Cómo hizo para trepar a ese árbol tan grande? No es tan zonzo como dice el Felipe, no es nada zonzo; más bien es como decía la tía (lástima que murió “redepente”) que sabía muchos misterios del amor…. era buen muchacho y bien despierto, y los ojitos…  

—Ruperto, Rupertooooo … Mira… El arco iris… 

2 comentarios:

  1. Buenísimo, Zulma, es el primer cuento que leo de tu autoría y me encantó, sobre todo la libertad que te tomás para hablar de temas re-sabidos pero otorgándoles tu sello y gracia propios. Sabiendo llevar los temas "serios y consagrados" a la realidad de las personas humildes, sin dejar de lado su propio lenguaje y creencias populares. Es todo un desafío y no lo parece, pues nunca perdés la naturalidad y la realidad lingüística de tus personajes. Puro "estilo", lo que no siempre es fácil lograr.

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